LA
BATALLA DE PUEBLA
Las Causas
Estamos en el Siglo XIX, es el año 1861, y México está tan
endeudado con las potencias europeas, que el presidente Benito Juárez, ha
tomado la arriesgada decisión de suspender el pago de la deuda externa.
El anuncio de la interrupción de los pagos enfureció a los
acreedores de México por lo que se reunieron en la llamada Convención de
Londres, donde representantes de la Reina Isabel II de España, del Emperador
Napoleón III de Francia, y de Victoria, Reina de Inglaterra, firmaron una
alianza para enviar a sus ejércitos a cobrar personalmente la deuda a México.
En diciembre de ése mismo año, 19 buques españoles con 308
cañones y más de 6 mil efectivos atracaron en el Puerto de Veracruz y para
enero de 1862 las fuerza combinadas de España, Francia e Inglaterra, amenazaban
las costas mexicanas.
Ante la amenaza de una acción bélica inminente, Benito
Juárez envió a su Secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Doblado, a
negociar con los representantes de los países acreedores.
Hábil negociador, Doblado logró un acuerdo, conocido como
“Tratado de la Soledad”, donde México se comprometía a pagar cuando pudiera, a
cambio de que las fuerzas invasoras se retirasen de inmediato.
España e Inglaterra aceptaron de buena manera, pero Francia
vio el pretexto perfecto para invadir a México.
Mientras españoles e ingleses se regresaban a Europa, las
tropas francesas desembarcaban en Veracruz y avanzaban decididamente hacia la
Capital Mexicana.
Los conservadores mexicanos y la jerarquía de la Iglesia
Católica, apoyaron a los franceses y Juan Nepomuceno Almonte (hijo del héroe de
la Independencia, José María Morelos y pavón) tomó el poder al amparo de los
invasores.
En mayo de 1862, bajo las órdenes del general Lorencez, 6
mil soldados franceses avanzaba sobre territorio poblano. Apenas una semana
antes, habían derrotado drásticamente al ejército mexicano en las cumbres de
Acultzingo y la Ciudad de Puebla era todo lo que quedaba entre los invasores y
la Capital Mexicana.
A los ojos de Lorencez, el ejército mexicano era carente de
formación, indisciplinado y de una raza y moral inferiores.
Mexicanos y franceses cuentan con una cantidad similar de
soldados, unos 6 mil, pero el general francés Confía cegado de orgullo y
prepotencia en la superioridad de su ejército, en especial de los 3 mil
soldados suavos, originarios del norte de África, célebres por su arrojo,
valentía y por no haber sufrido una derrota nunca.
El Lugar
La batalla decisiva se pelearía aquí:
Ésta es la antigua ermita de Loreto. En Puebla.
La leyenda cuenta que fue construida por un adinerado
arriero que quedó envuelto en medio de una tormenta eléctrica mientras arriaba
ganado. Los relámpagos le enceguecían y la lluvia le impedía avanzar, por lo
que resistió la noche entera al descubierto,
a merced de la furia de la naturaleza. Cuando la tormenta
pasó y miró a su alrededor, una gran cantidad de ganado había sido calcinada
por los rayos y que él estuviera vivo no podía tratarse de otra cosa que un
milagro. En agradecimiento, construyó el pequeño edificio dedicado a la Virgen
de Loreto que al pasar el tiempo sería transformada en un fuerte militar.
Cosa muy similar sucedió con la ermita dedicada a la Virgen
de Guadalupe, que ahora vemos en pantalla. Fue construida a más o menos un
kilómetro de distancia de la ermita de Loreto, en un terreno aún más elevado.
Ésta, la da Guadalupe, también sería convertida en un
fuerte militar y aquí sería la célebre batalla del 5 de mayo de 1862, donde las
humildes fuerzas mexicanas habrían de medirse ante el mejor ejército del mundo.
¿Cómo haría el Ejército Mexicano, conformado en buena parte
por voluntarios indígenas que carecían de formación militar y andaban
descalzos, para enfrentarse al considerado mejor ejército del mundo?
El personaje
Grandes hazañas requieren de grandes hombres, e Ignacio
Zaragoza estuvo a la altura en su cita con la Historia.
Nació el 24 de marzo de 1828, en la Bahía del Espíritu
Santo, en Texas… en los tiempos que Texas aún nos pertenecía.
Cuando México pierde el territorio norteño, la familia
Zaragoza lo abandona todo para mudarse al sur y seguir siendo mexicanos.
Cruzan el río Bravo, a Matamoros Tamaulipas, donde el
pequeño Ignacio vive una infancia feliz, para después mudarse, ya adolescente a
Monterrey, N.L.
Cuando los Estados Unidos invaden México Zaragoza pide su
ingreso al ejército mexicano, pero su solicitud es rechazada.
Es a la edad de 24 años que ingresa, como sargento en la
guardia nacional de Nuevo León, para después integrarse en el ejército, con grado
de Capitán en Tamaulipas.
Pronto sus superiores se dan cuenta que es un estratega
nato y que piensa fríamente bajo la presión de las balas. Da prueba de ello en
el levantamiento contra Santa Anna, y en batallas como la toma de Saltillo en
1855 y la defensa de Monterrey.
En la guerra de Reforma, su actuación es brillante. derrota al ejército de Miramón
en la batalla de Silao, y toma Guadalajara para el ejército liberal.
Después vence al sanguinario general
conservador Leonardo Márquez en Calpulalpan.
Su temple sereno y valor en combate le distinguen y le
hacen ascender meteóricamente dentro del Ejército y es nombrado ministro de
Guerra y Marina por el Presidente Juárez en 1861
y ahora que los franceses vienen, cómo una tempestad de
cañones y tambores a invadir nuestra nación, es llamado a defender a la Patria.
Él sabe que de no cortarle el paso a los franceses en
Puebla, nada los detendrá de hacerse con la Capital del país, así que renuncia
a su cargo de Ministro y decide entrar personalmente en el escenario de la
guerra.
Así que la próxima vez que alguien te diga que Zaragoza era
un cobarde, dile que no, que bien pudo quedarse en la Ciudad de México
ostentando su cargo de ministro de guerra detrás de un escritorio, y sin
embargo prefirió ponerle pecho a las balas en el campo de batalla.
El Momento Decisivo
2 de mayo de 1862 La armada francesa sale de San Agustín
del Palmar y llegan a Amozoc, con destino a la capital. Entre ellos y la Ciudad
de México sólo está la ciudad de Puebla, donde Juárez ordena que se les
presente batalla
3 de mayo El general Ignacio Zaragoza llega a Puebla, sube
al cerro de Guadalupe, traza el plan de batalla para la defensa de la plaza y
fortifica los reductos que se encuentran en los cerros de Loreto y Guadalupe.
4 de mayo: Zaragoza organiza sus fuerzas para la defensa de
la plaza con una batería de batalla y dos de montaña, cubriendo Loreto y
Guadalupe con mil 200 hombres, formando a los otros mil 500 en cuatro columnas,
con una batería de campaña, tres brigadas de infantería y una de caballería
El ejército francés consta de más de 5 mil efectivos,
incluyendo a un regimiento de zuavos y cerca de 200 hombres a caballo
La batalla:
5 de mayo, 9:15 am El ejército francés aparece en el
horizonte, avanzando desde la Hacienda de Rementería. Al mando de Zaragoza
están los generales
Porfirio Díaz, Felipe Berriozábal, Francisco Lamadrid y
Manuel
11:15 am. Da inicio la batalla con un cañonazo lanzado
desde el Fuerte de Guadalupe.
El avance francés se divide en dos: 4 mil hombres viran
hacia la derecha, con dirección a los fuertes, y el resto permanece en
reserva..
11:45 am. Zaragoza
descifra la estrategia del conde de Lorencez y replantea su plan de batalla,
movilizando sus tropas hacia las faldas del cerro. Berriozábal y sus hombres avanzan a paso
veloz entre las rocas y se sitúan en la hondonada entre Loreto y Guadalupe.
Antonio Álvarez protege el flanco izquierdo de los reductos; el general
Lamadrid protege el camino que conecta Puebla con la garita de Amozoc y el flanco
derecho es cubierto por Porfirio Díaz y sus hombres.
Juan Nepomuceno Méndez es el primero en repeler el ataque
francés.
12:15 pm. Los
zuavos, el regimiento de élite del ejército francés, ascienden entre Guadalupe
y Los Álamos. Se pierden momentáneamente de la vista de los fusileros mexicanos
y reaparecen de pronto disparando al fuerte de Guadalupe.
12:30 pm. El avance de los zuavos es detenido por el fuego
lanzado por los mexicanos. Berriozábal los recibe a bayoneta calada y los hace
retroceder en orden, hasta ponerse fuera del alcance del fuego mexicano.
1:00 pm. Los zuavos
reinician el ataque contra Guadalupe y son recibidos, de nuevo, con golpes de
bayoneta.
1:30 pm. Los
franceses, apoyados por tropas mexicanas conservadoras, arremeten contra el
resto de la línea mexicana.
2:00 pm. La columna francesa es rechazada en Guadalupe y
Loreto, así como en los demás puntos de ataque de las otras columnas francesas
desplegadas. Para alcanzar una victoria completa, entra en acción la caballería
mexicana; entre disparos de carabina y mandobles de sable, rechazan los embates
franceses
2:30 pm. Llega el primer parte de guerra a la capital
mexicana: “Se ha roto el fuego de los dos lados y cae un fuerte aguacero.
Zaragoza”
2:35 pm. Desesperado, el conde de Lorencez lanza su último
asalto: los cazadores de Vincennes y el regimiento zuavo se dirigen hacia
Guadalupe, y el resto de los cuerpos de batalla, salvo uno, atacan el flanco
derecho de la línea de batalla mexicana
2:45 pm. A su encuentro, salen los zapadores de San Luis
Potosí, al mando de Lamadrid, y se traban en un tenaz combate a bayoneta
calada. Buscan ocupar una casa situada a las faldas del cerro, pero son
desalojados en dos ocasiones.
3:00 pm. Un cabo de
apellido Palomino se mezcla entre el regimiento zuavo, valientemente se bate
cuerpo a cuerpo, y se posesiona del estandarte francés como botín de guerra, al
caer muerto su portaestandarte. Esto es un duro golpe al ánimo y a la soberbia
del invasor.
3:15 pm. El Batallón Reforma sale en auxilio de los
fuertes. En Loreto, los zuavos tratan de apoderarse de un cañón de 68 libras;
al llegar ante él el primero de ellos, el artillero mexicano, con la bala de
cañón aún en las manos, la arroja fuertemente a la cabeza del zuavo, quien
herido mortalmente rueda al foso del parapeto. Los franceses, desmoralizados al
ver a su compañero muerto, retroceden y son perseguidos por el Batallón
Reforma.
3:30 pm. Por otro lado, la segunda columna francesa llega a
Guadalupe. Díaz acude a su auxilio de los Rifleros de San Luis Potosí, que
estaban a punto de ser rodeados; con un par de rápidas maniobras, logra hacer
retroceder y expulsar a los enemigos de las cercanías.
4:00 pm. Envalentonado, Díaz destaca al batallón Morelos
con dos piezas de artillería a la izquierda, mientras por la derecha estaban
los Rifleros y los Lanceros de Oaxaca, que desbaratan las filas del enemigo y
los hace huir, completamente dispersados.
4.15 pm. Tras la lluvia, sale el sol sobre el cielo
poblano. Los invasores, completamente vencidos, se repliegan a la Hacienda de
José, para finalmente retirarse a Amozoc. Se dice que Lorencez no puede
contener el llanto por la derrota.
4:30 pm. El general
Zaragoza, que había dirigido la batalla desde la Iglesia de Los Remedios,
desfila ante sus soldados. Las campanas de la capital poblana repican en señal
de triunfo. Un cronista apunta: “La bandera francesa sólo se ha retirado en dos
ocasiones de un campo de batalla: al retraerse las columna de Napoleón
Bonaparte en el invierno ruso, y en México, tras la gloriosa jornada del 5 de
mayo
5:49 pm. En la capital mexicana, vuelve a sonar el
telégrafo que se encuentra en Palacio Nacional. Ante el presidente Juárez y su
gabinete, el ministro de Guerra, el general Santiago Blanco, lee el parte de
guerra enviado por el general Ignacio Zaragoza:
Puebla, a las cinco y cuarenta y nueve minutos de la tarde.
General Ministro de la Guerra: Las Armas del Supremo
Gobierno se han cubierto de gloria. El enemigo ha hecho esfuerzos supremos por
apoderarse de la plaza, que atacó por el oriente de izquierda y derecha durante
tres horas; fue rechazado tres veces en completa dispersión y en estos momentos
está formando su batalla fuerte de cuatro mil y pico de hombres, frente al
cerro de Guadalupe, fuera de tiro. No lo bato como desearía, porque el Gobierno
sabe que para ello no tengo fuerza bastante. Calculo la pérdida del enemigo,
que llegó hasta los fosos de Guadalupe en su ataque, en 600 y 700 entre muertos
y heridos; 400 habremos tenido nosotros Sírvase dar cuenta de este parte al
Ciudadano Presidente de la República. Libertad y Reforma. Cuartel General en el
Campo de Batalla. General Ignacio Zaragoza
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