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domingo, 6 de septiembre de 2015

Filípides de Maratón. Correr hasta morir



Esta es la historia de Filípides de Atenas. Un hombre que corrió hasta morir para salvar a su pueblo.
Era el año 490 A.C. y  el ejército más poderoso que conocía el mundo, el ejército Persa, había invadido la isla de Eubea y arrasado la ciudad de Eritrea.
 600 barcos de guerras llegaron a la isla con 25 mil soldados. En 6 días habían aniquilado a los hombres pasándolos a degüello, las mujeres habían sido brutalmente violadas por los soldaos persas y los niños hechos esclavos. Tras destruir la ciudad, los persas se dirigían a su principal objetivo: La ciudad-Estado de Atenas.
Estaban tan seguros de derrotar a los atenienses, que por el camino iban diseñando el templo de la victoria donde celebrarían su triunfo.
Los Atenienses por su parte, puestos sobre aviso de la inminente invasión, discutían cual sería la mejor forma de enfrentar a los invasores.
Atenas era una ciudad amurallada. Podían encerrarse tras los muros y resistir el ataque desde adentro tanto como pudiesen. Por otro lado, podían salir a presentar lucha en el lugar de desembarco que tenían previsto los persas: Las llanuras de Maratón, a unos 42 kilómetros de ahí.
Reunidos en el ágora  los hombres trataban de dilucidar cuál sería la mejor opción, Se debatían entre esconderse tras las murallas de Atenas y resistir el asedio persa, o salir a hacerles frente en el lugar de desembarco.
Milcíades, que era un tirano déspota pero excelente estratega militar, los convenció de hacer frente a los invasores en cuanto desembarcaran, en las llanuras de Maraton.
Por su parte, las mujeres atenienses habían tomado un acuerdo: Sabiendo que los persas tenían por costumbre violar a las mujeres y esclavizar a los niños de las ciudades caídas, juraron que de perder la guerra, matarían a sus hijos y se suicidarían.
Esperarían los últimos rayos del sol 7 días después de que sus maridos partiesen al campo de batalla, Si en ese lapso de tiempo no tenían noticias de ellos, llevarían a cabo el fatal juramento.
El 13 de septiembre de 490 a. C. 600 barcos de guerra con 26 mil soldados persas y mil caballos de combate hicieron cabeza de playa en las costas de Maratón.
El 17 de septiembre, el séptimo día después de haber salido de Atenas, 10 mil soldados atenienses se enfrentaron a 26 mil enemigos. El tamaño del ejército persa, era superior en una proporción mayor de 2 a 1.
            Una vez formados en orden de batalla, los atenienses apenas escucharon la orden de ataque, se lanzaron a la carrera contra los inavsores.
 Cuando los persas les vieron llegar hacia ellos corriendo se aprestaron para afrontar la embestida; si bien, al comprobar que los atenienses eran pocos y que, además, se abalanzaban a la carrera sin caballería y sin arqueros, les creyeron dominados por una locura que causaría su perdición...» estaban equivocados, la estrategia de Milcíades fue superior a la fuerza bruta de los persas y En esa batalla librada en Maratón perdieron la vida unos seis mil cuatrocientos bárbaros y  apenas ciento noventa y dos atenienses.>> Los persas huyeron asustados  hacia sus barcos.  Los atenienses habían ganado.
Pero en  Atenas las mujeres desconocían el resultado de la batalla. Era el séptimo día y no tenían noticias de sus maridos. 
Creyéndolos derrotados y muertos, se reunieron a esperar junto a sus hijos los últimos rayos del sol para llevar a cabo el pacto que habían hecho: arrancarse la vida antes de caer en manos persas.
 En maratón, el corredor Filípides fue enviado por Milcíades para informar de la victoria griega. Debería darse prisa, faltaban poco menos de 4 horas para la puesta del sol.
Fatigado por la batalla, con el tiempo en contra y la responsabilidad de evitar la catástrofe en Atenas, Filípides corrió los 42 kilómetros que separan las llanuras de Maratón sin parar, sin disminuir el paso, sin tomar un respiro.
Justo antes de que el sol se ocultara en el horizonte, llegó a la ciudad de Atenas y gritó voz en cuello : «Niké, Niké», que significa “ganamos” se derrumbó por el esfuerzo y murió extenuado.
Esta leyenda inspiró al Barón Pierre de Cubretin  para incluir la carrera de Maratón en los juegos olímpicos de 1896, que por cierto, ganó el velocista griego Espiridión Louis.
Lo más destacado de las olimpiadas de 1896 fue la prueba del maratón.  Spiridon Louis, un desconocido acarreador de agua, ganó el evento para convertirse en el único campeón de atletismo de Grecia y en un héroe nacional.
Cuando  el rey de Grecia le concedió un deseo: Spiridión Louis pidió que le regalaran un burro.