“Uno
del vespertino”
By Alexander Galué Rivera
La muchacha que va en sexto “C”, ésa a la que todo mundo le
dice ”La Bricny”, no se llama Bricny, en realidad se llama Juanita, pero no le
gusta que le digan así. Piensa que su nombre no es bonito, por eso se lo cambió
por uno que suena más artísitico: “Bricny”, cómo Brittney Spears, la gringa que
sale cantando en la tele.
Era muy buena estudiante, varias veces salió de abanderada,
hasta que un día, cuando íbamos en quinto, se enamoró de un muchacho del
vespertino. Era un muchacho de sexto, de los más grandes que le decían el
Brayan. Al Brayan le gustaba el fútbol y se peinaba como Cristiano Ronaldo,
unos hasta decían que se parecía a él.
Él también le hacía ojitos a Juanita, es decir, La Bricny.
Se saludaban de lejos, a la hora de la salida, cuando los del vespertino iban
entrando y nosotros saliendo.
Un día el muchacho del vespertino le mandó un recado a la
Bricny. El recado decía que si quería ser su novia. La Bricny le contestó de
volada, que si, que quería ser su novia y que soñaba con el día en que pudieran
verse para platicar de cerca.
El muchacho se acercó a ella al día siguiente. Platicaron, se
tomaron un refresco y se quedaron juntos hasta que sonó la campana. Yo los
seguía de lejos porque a mí me gustaba ella, siempre estuve enamorado de
Juanita, pero nunca me atreví a decírselo.
Otro día los vi platicando debajo de un árbol, sentados en
la sombra. Al muchacho se le cayeron los cuadernos y él y la Bricny se
agacharon a recogerlos al mismo tiempo, sus caras quedaron muy juntas, se
miraron a los ojos, sus corazones latieron muy fuerte y el muchacho le dio un
beso. Yo sentí muy feo que ellos se besaran y me fui corriendo.
La semana siguiente tuvimos exámenes. Juanita reprobó
porque cuando entregó el examen en vez de respuestas había llenado la hoja con
corazones atravesados por una flecha, con el nombre del Brayan encerrado
adentro del corazón. A partir de ahí, ya no ha vuelto a salir de abanderada. Yo
no sé si sigue de novia con el Brayan, pero ya no es la misma. A mi me gustaba
más antes de que se cambiara el nombre, cuando era Juanita, la niña más
aplicada del quinto “C”, ésa que siempre salía de abanderada, a la que yo
soñaba con darle mi primer beso.