Si tuvieras que relacionar una imagen con el
origen de ese tipo de música, ¿Cuál eligirías?
a) La
imagen de Gene Simmons, líder de la banda Neoyorkina de Rock “Kiss”
b) La
imagen de Elvis Presley, considerado el Rey del Rock quien escandalizó con sus
pasos de baile a las buenas conciencias de los años 60´s.
c) La
imagen del anciano monje Italiano Guido de Arezzo, quien vivió en la edad
media.
Si tu respuesta fue “C” la
imagen del anciano monje medieval Guido de Arezzo, estás en lo correcto.
Guido Arentino, Mónaco de Arezzo, fue la
primera persona de nuestra era que relacionó a un tipo específico de música con
el diablo.
Nació en Italia en el año
991 de nuestra era. Fue un profundo estudioso de la teoría musical, inventó el
tetragrama, pauta musical de 4 líneas precursora del actual pentagrama y además
le dio el nombre a las notas musicales tal como hoy las conocemos.
Cuando dirigía a un coro
numeroso, notó que cierta combinación de notas hacía que las oscuras paredes
del monasterio, apenas iluminadas por las velas se llenaran de inquietud y
corriera entre los monjes una generalizada sensación de miedo.
Estudioso y metódico, como
era, se dedicó a investigar la causa. Descubrió que en la tonalidad de Do
mayor, el intervalo que se establece entre las notas Fa y Si, ponía los pelos
de punta y causaba la ominosa sensación de ser observado desde la oscuridad por
alguien o por algo. Una terrible sensación que lo hizo pensar que esa
combinación de notas era un llamado al mismísimo Satanás y que le hizo excluir
a la nota “Si” de su sistema musical de manera que se redujo a seis notas. A
este sistema se le llamó Hexacorde.
Pero no fue suficiente. Aun
en el sistema hexacordal de Arezzo, surgía el temido tritono. De manera que
prohibió toda la música que contuviera este tipo de acordes, bajo pena de
enviar a quien se atreviera a componer o incluso a entonar este tipo de melodía,
a manos de la Santa Inquisición ya que se creía, un fondo ideal para llamar al
maligno.
Era la primera vez que se
relacionaba a Satanás con la música, ya que antes, era precisamente lo
contrario. La biblia dice que uno de los goces que le fueron vetados al ángel
caído fue la música.
En 1660 Johan Joseph Fux,
Genio musical y profundo estudioso de la teoría, bautizó a este intervalo como
“Diabolus in Musica” que en español significa “El Diablo en la música”, no queda
claro si se refería a la ominosa sensación que producía ese tono, o a la
dificultad técnica de resolver exitosamente la disonancia que este produce.
Medio siglo después, un
violinista llamado Giussepe Tartini, dijo haber tenido un sueño muy extraño.
Soñó que se le aparecía el diablo y que tomando el violín que se encontraba a
un lado de su cama, comenzó a ejecutar una canción de una belleza etérea y
sobrecogedora, una ejecución tan virtuosa que el propio Tartini con lágrimas en
los ojos pensó: “si este es el diablo, ¿Cómo serán los ángeles?”. Cuando
despertó, sus ojos estaban humedecidos y el arco del violín en sus manos. En
ese preciso momento supo que había perdido su alma. Tomó el violín tratando de
reproducir la sonata que había soñado. Con manos temblorosas transcribió en una
sola noche la que es considerada su obra maestra a la que llamó “El trino del
diablo”. Cosa curiosa: estaba plagada de acordes que sin duda Guido de Arezzo
hubiera prohibido.
El intervalo prohibido por
Arezzo tuvo un renacer con Wagner, que echa mano de este ominoso tritono para
causar tensión y un efecto épico en sus
obras.
Ya en la época moderna, el
grupo de rock Black Sabath aprovechó la leyenda al incluir el infame intervalo
en el riff de su canción insignia “black Sabath” que da nombre a la agrupación.
A partir de ahí, ya sea por
estilo o por mercadotecnia, infinidad de grupos de rock han basado su obra en
este tipo de acordes, y podemos encontrarlo en canciones tales como Harvester
Sorrow de Metallica, Bitter Peace de Slayer, Beautiful people de marilyn Manson
y hasta en el conocido intro musical de la serie animada “Los Simpson”.
Todo con tal de rodearse de
un aura transgresora que irónicamente le deben por completo a un severo monje
italiano de la edad media. Inmenso genio con quien todos los músicos y todos
los amantes de la música estamos en
deuda.