Situada cerca de lo que hoy es Nápoles, en
Italia, en los alrededores del monte Vesubio. Se encontraba la pequeña pero muy
adinerada ciudad de Herculano, la protagonista de esta historia. Del otro lado
del Vesubio, se encontraba la famosa ciudad de Pompeya.
El 24 de agosto del año 79 después de
Cristo, los habitantes de Herculano hacían su vida de manera normal, sin
siquiera sospechar que la muerte los rondaba a la vuelta de la esquina.
Poco antes del medio día, se escuchó un
estrépito descomunal que cimbró la tierra e hizo estremecer la ciudad entera.
Poco después, una erupción hizo que la
cima del monte Vesubio estallara en fragmentos hirvientes que se elevaron a más
de 20 kilómetros de altura, por lo que alcanzó la estratósfera.
No sabemos cuál fue la reacción de la gente
en ese momento, pero observaciones recientes revelan que ante catástrofes de
estas dimensiones, las personas quedan como hipnotizadas y en vez de huir,
permanecen observando al parecer sin percatarse del peligro.
Después de una hora de haber ocurrido la
erupción, empezaron a caer los restos volcánicos, pero el viento arrastraba las
cenizas hacia la vecina ciudad de Pompeya, donde los fragmentos de roca
incandescente derritieron los tejados y la ceniza ocultó por completo el sol.
El estrépito debió haber sido aterrador.
Pero en Herculano, la visión de la columna
de humo ascendía verticalmente sin amenaza para la ciudad. Todos los fragmentos
se los llevaba el viento con dirección a Pompeya.
Los habitantes de Herculano se sintieron
seguros y dieron gracias a sus dioses por haber protegido la ciudad. Pero a
mitad de la noche, la gigantesca columna de humo perdió sustento y se desplomó
con hórrido estruendo sobre la adormecida Herculano.
El flujo piroclástico , que es una
combinación de partículas encendidas y gases ardientes, se precipitó como un
huracán de fuego sin dar tiempo a nada.
Ambas ciudades, Herculano y Pompeya habían
desaparecido sepultadas bajo las cenizas ardientes. Pompeya yacía a 3 metros
bajo tierra. Herculano en cambio, quedó bajo 20 metros de ceniza y piedra
volcánica.
Pompeya, al estar solamente a 3 metros bajo
tierra, tuvo algunos intentos de rescate, pero Herculano había sido borrado de
la faz de la tierra.
Lentamente pasaron los años, y los siglos
cayeron como hojas secas del árbol milenario del tiempo.
En el Siglo XVIII, un campesino hacía un
pozo buscando agua pero en su esfuerzo, con lo que topó fue con la perdida y
olvidada ciudad de Herculano.
Poco a poco , los arqueólogos fueron
descubriendo las ruinas de las ciudad y ello les abrió una puerta directa al
modo de vida romano de aquella época,
ya que mientras otras ciudades del imperio
se habían deteriorado lentamente por el abandono y las inclemencias del medio
ambiente, Herculano había permanecido sepultada y silenciosa, intacta como una
cápsula del tiempo.
Las casas, con sus muebles y sus camas e
incluso sus utensilios de cocina, se encontraban tal y como sus dueños les
habían dejado mil 600 años atrás.
Maravillosas esculturas, exquisitos
mosaicos y frescos bellamente pintados. Todo estaba ahí: los muebles de madera
preciosamente tallados se habían petrificado conservando los detalles con una
precisión increíble.
Dado que entre las ruinas se encontraron
algunas casas con la mesa puesta dando la impresión que la gente había salido a
toda prisa, los arqueólogos llegaron a pensar que la gente de Herculano había
escapado y dejado la ciudad atrás. Pero hace poco los arqueólogos hicieron un
macabro hallazgo: En lo que había sido el cobertizo para barcas de la ciudad,
una especie de muelle donde las personas tomaban las barcas para entrar y salir
del lugar, se encontraban 300 cuerpos, la mayoría de mujeres y niños. Estaban
acurrucadas y abrazadas entre sí, quizá estaban esperando un rescate que nunca
llegó.
Una ola de hirviente flujo piroclástico los
alcanzó, haciendo que la carne, músculos y vísceras se evaporaran
instantáneamente.
A esta temperatura el cerebro comienza a hervir y al estar
confinado dentro del cráneo, el vapor ejerce tal presión que hace que la cabeza
estalle como un globo.
Incluso encontraron el cadáver de una joven
madre con un pequeño en brazos. La mujer estaba embarazada y el esqueleto del
feto permanece en su interior.
Sin duda fue trágico el destino de los
habitantes de Herculano y Pompeya. Nos sirve de consuelo que gracias a las
ruinas de ambas ciudades podemos conocer casi con exactitud el estilo de vida
romano de hace 2 mil años.
Según
información publicada por la BBC de Londres en su página Web del 16 de junio de
2011, un equipo de arqueólogos británicos, descubrieron en la antigua ciudad de
Herculano, una cloaca que contenía 774 sacos de excremento de una antigüedad de
casi 2mil años.
Lo
más curioso es que, la calidad y consistencia de los excrementos eran tan buenas
como para hacerle análisis clínicos después de casi 20 siglos de haber
permanecido bajo tierra.
Dichos
análisis permitieron a los investigadores descubrir la dieta de los habitantes
de esta ciudad: Erizos de mar, huevo, higos, oliva, frutos secos y lirones.
Estos últimos considerados un manjar de la clase alta.